Él no desprecia el corazón que con humildad le busca

24.04.2015 20:56

Como este corazón de piedra, muchos tuvimos, tienen y seguirán teniendo el corazón; pero Dios, amplio en perdonar y grande en misericordia, escuchará la oración y el clamor de un corazón humillado, arrepentido y necesitado.

¿Cómo está tu corazón hoy? Quizás conozcas a Dios desde hace mucho tiempo y tengas una relación estrecha con él pero el pecado, a veces, vestido de magia y encanto, nos aparta de Dios y nos hace tener nuevamente un corazón de piedra que nos aleja del Señor y de su plan.

No sé cuál es tu situación y tu relación con Dios pero tú y él, sí que lo sabéis. Es momento de pensar y reflexionar en las cosas que hemos dicho, hecho, pensado y creído que nos han hecho tener un corazón frío, endurecido, insensible e inquebrantable. Es tiempo de desarmar el caparazón que cubre nuestro corazón, poner el cordón del arrepentimiento —como ilustra esta imagen el día de hoy— y, arrepentidos, acercarnos a Dios con un corazón sincero que reconozca el error y recibir así su perdón.

Creer en Dios no te hace perfecto ni te concede un alma inmacula. El pecado está a la orden del día y sólo en Jesús podemos resistirlo, enfrentarlo y permanecer firmes. Somos pecadores y mientras habitemos la tierra, nos enfrentaremos al pecado diariamente; pero revestidos de Cristo podemos hacerle frente y seguir nuestro camino con los ojos puestos en Dios sin abandonar nuestro propósito y llamado a ser parte de su reino. ¡Revestidos de Cristo, venceremos!

¿Quieres ser sanado, liberado, fortalecido, perdonado, restaurado? Acércate a él y no refrenes tu lengua para confesar tus faltas. Él las conoce porque nada le es oculto. Dios no puede ser engañado ni burlado. En silencio y humildad acércate a Él, te escuchará, perdonará y te dará las fuerzas que necesitas para continuar.

No conozco la magnitud ni el motivo de tu pecado, pero te animo a no seguir privándote del perdón restaurador que te ofrece Dios a través de Cristo cada día. No te niegues a disfrutar de una relación estrecha, directa y cercana con el Señor. Dios te hará otra persona y jamás te despreciará si le buscas con humildad.